CardiopatíaCardiopatía

Las cardiopatías congénitas son un grupo de enfermedades caracterizadas por anomalías en el corazón producidas, normalmente, por defectos en la formación del órgano en el periodo embrionario. Según la Fundación Española del Corazón, la mayoría de las cardiopatías congénitas son provocadas por causas multifactoriales, en muchas ocasiones aún poco conocidas. En otros casos intervienen factores exógenos bien conocidos que actúan como tóxicos en el periodo embrionario, como el tabaco, el alcohol y algunos medicamentos. "Además, la posibilidad de transmisión a la descendencia o repetición de otro defecto congénito en un hijo es generalmente baja, y oscila entre el 3% y el 5% de la población", explica el Dr. Jordi Balcells, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitari General de Catalunya.


Tipos de cardiopatías congénitas más comunes:

Existen muchos tipos de cardiopatías congénitas. Por eso hay que clasificarlas entre las que provocan un defecto en las estructuras cardíacas que separan la circulación, las provocadas por lesiones obstructivas y las cardiopatías congénitas cianóticas, que impiden la adecuada oxigenación en sangre. Entre las más frecuentes se encuentran:

  • Comunicación interauricular (CIA) / Comunicación interventricular (CIV): Un orificio en la pared que separa las aurículas o los ventrículos del corazón, respectivamente, lo que puede provocar insuficiencia cardíaca si no se corrige.
  • Tetralogía de Fallot: Una combinación de defectos cardíacos que afectan el flujo sanguíneo y pueden generar cianosis (coloración azulada en la piel por mala oxigenación de la sangre).
  • Coartación de la aorta: Un estrechamiento de la arteria principal del organismo, que puede derivar en hipertensión y otros problemas cardiovasculares.
  • Transposición de grandes arterias: Un trastorno en el que las arterias principales están invertidas, lo que compromete el suministro adecuado de oxígeno a todo el organismo.
  • Válvula aórtica bicúspide (VAB): anomalía anatómica congénita de la válvula aórtica que provoca un deterioro precoz en su funcionamiento, degenerando en una mala apertura (estenosis) o en un mal cierre de la misma (insuficiencia).

Síntomas a los que prestar atención

Muchas cardiopatías congénitas pueden ser detectadas en la infancia, pero algunas pueden permanecer asintomáticas hasta la edad adulta. Los síntomas pueden variar según la gravedad del defecto, pero los más comunes incluyen:

• Disnea, es decir, dificultad para respirar

• Fatiga extrema

• Palpitaciones o latidos irregulares

• Dolor torácico

• Hipertensión arterial

• Edemas

• Diarrea

• Cianosis (coloración azulada en piel, labios y/o mucosas)

• Desmayos o mareos frecuentes

• Inflamación en pies, tobillos o abdomen


Prevención y cuidados a lo largo de la vida

Aunque muchas cardiopatías congénitas no pueden prevenirse en su origen, sí es posible reducir el impacto en la salud de los pacientes mediante controles médicos y hábitos saludables. Entre ellos destacan:

  1. Seguimiento médico periódico: Las personas con cardiopatías congénitas deben realizar chequeos regulares con un cardiólogo especializado.
  2. Estilo de vida saludable: Una alimentación equilibrada, la práctica de ejercicio físico moderado y evitar el tabaco y el alcohol son esenciales para mantener una buena salud cardiovascular.
  3. Control del estrés: El estrés puede afectar el ritmo cardíaco y la presión arterial. Técnicas como la meditación, la respiración profunda, el "mindfulness" y el yoga pueden ayudar a reducir el impacto del estrés en el corazón.

El tratamiento de las cardiopatías congénitas es multidisciplinar. En algunos casos requiere iniciar tratamiento médico con diversos fármacos como los diuréticos, los antiarrítmicos o los anticoagulantes. Muchos pacientes requerirán adicionalmente una intervención más invasiva, ya sea quirúrgica o mediante procedimientos intervencionistas (cateterismo), con la finalidad de reparar los defectos y mejorar así el funcionamiento cardíaco. Finalmente, en algunos casos, se precisará del implante de un marcapasos definitivo, de prótesis valvulares (ya sean biológicas o mecánicas), de injertos vasculares o incluso desfibriladores automáticos (DAI), para prevenir en este casos la aparición de arritmias graves.