Cataratas qué son, cuándo se diagnostican y cómo se tratan
Una catarata es una opacidad de la transparencia normal del cristalino del ojo dificultando la capacidad de enfoque a diferentes distancias. La catarata puede derivar en una pérdida de visión del paciente debido a que se va perdiendo la transparencia del cristalino de manera progresiva impidiendo el paso de la luz a la retina. Esta visión nublada genera dificultades en actividades cotidianas tan simples como leer, conducir, o identificar expresiones faciales de otro individuo.
Los mecanismos oxidativos que provoca la exposición a la luz solar a través de los años años es la principal causa de envejecimiento del cristalino, por ello esta patología aparece principalmente con la edad pero también debido a una lesión que cambia el tejido que forma la lente del ojo. Los antecedentes familiares son otro factor de riesgo importante. La doctora Mercè Guarro, directora transversal del servicio de Oftalmología OMIQ en el Hospital Universitari General de Catalunya explica que "las cataratas no se pueden prevenir, pero sí se pueden diagnosticar de manera precoz mediante un examen oftalmológico completo para identificar el tipo de catarata, el tamaño y la localización; valorar la cirugía y realizar un pronóstico".
El tratamiento de las cataratas generalmente se realiza mediante una cirugía para extraer el cristalino del ojo y, en la mayoría de los casos, reemplazarlo con una lente artificial. El Servicio de Oftalmología OMIQ del Hospital Universitari General de Catalunya realiza este tratamiento combinando los ultrasonidos con el láser de femptosegundo o mediante la Facoemulsificación por ultrasonidos que consiste en una técnica quirúrgica con ultrasonidos para fragmentar el contenido opaco del cristalino y así poder aspirarlo posteriormente. Después de retirarlo, se coloca una lente intraocular que sustituye al cristalino, para evitar el uso de gafas gruesas.
En la Facoemulsificación por ultrasonidos se realiza una incisión de unos dos milímetros, a través de la cual se rompe y se extrae el contenido opaco del cristalino. El saco (cápsula) que lo envuelve se deja dentro del ojo, y en él se coloca la lente intraocular. Se realiza con anestesia en gotas y requiere la colaboración del paciente para mantener la mirada en la luz del microscopio.
En el caso de que no sea posible, se anestesiará localmente alrededor del ojo y el paciente deberá llevar el ojo tapado tras la intervención. Todo el proceso no dura más de 15 minutos y el paciente podrá abandonar el quirófano sin el ojo tapado y con una buena visión.
La doctora Guarro apunta que "una vez finalizada la cirugía el paciente podrá hacer vida normal, pero debe tomar algunas medidas preventivas: evitar ejercicios físicos bruscos, no frotarse los ojos, evitar dormir boca abajo y utilizar gafas de sol".