La autoagresión como vía de escape
En el último año se han visto en las consultas de salud mental más autolesiones que nunca en adolescentes. En esta etapa de la vida en la que las emociones acostumbran a estar a flor de piel, no saber gestionar las sensaciones negativas en algunos casos les lleva a autoagredirse como vía de escape.
Si sienten un dolor o una frustración muy grande como consecuencia de las relaciones de pareja, tener malas notas, problemas con los profesores, la separación de los padres, el acoso escolar, no sentirse a gusto con su físico,… se autolesionan para provocarse un dolor superior para que les calme el que sienten como si se tratase de un ansiolítico o sedante.
Es una vía de escape que les funciona a nivel neurológico, si están mal focalizan la atención en el daño físico. La autolesión, con un componente impulsivo, es adictiva. En este caso, en el que con la autoagresión pretenden evadirse del dolor que sienten, los profesionales de salud mental del Hospital Universitari General de Catalunya identifican con el paciente de qué situación necesitan escapar para ayudarle a contener y a validar la emoción.
Cuando una persona se autolesiona, es posible que intente:
Controlar o reducir la angustia grave o la ansiedad y buscar una sensación de alivio.
Distraerse de las emociones dolorosas a través del dolor físico.
Tener un sentimiento de control sobre su cuerpo, sus emociones o las situaciones de la vida.
Tener cualquier sentimiento, incluso si se trata de dolor, cuando la persona se siente vacía emocionalmente.
Expresar los sentimientos internos a través de una forma externa.
Comunicar los sentimientos de depresión o angustia al mundo exterior.
Castigarse por errores aparentes.